¡Arriba Valpo!
Valparaíso es ciudad. Valpo es persona. Es un tipo padre-madre. Como tal (y esto sólo lo sabe él) únicamente quiere en serio a sus verdaderos hijos.
Pero adopta a destajo. Adopta artistas, arquitectos, sapos y turistas. Adopta perros, volantines, árboles, fantasmas, mitos, mentiras, chantas, poetas, curagüillas y curitas. Me adoptó a mí. Me engaña cariñosamente como a ellos, me hace creer que soy igual. Me quiere, es generoso en llenarme de vientos, soles, vistas, gente linda y mar. Yo me hago la loca hasta donde puedo.
Me gusta pensar que nací y morí aquí en otra vida. Me gusta pensar que fui mala en esa y me castigaron en ésta naciendo en Stgo. Me gusta saber que fui rebelde ante esa fuerza castigadora y le doblé la mano y volví igual. Eso es en mi mente. En la vida real con suerte soy neo-porteña como le dicen acá a la gente que llega a bolsear belleza y verdad.
Un “choro del puerto” nace, no se hace.
No va a venir una chispa a quemarle la casa y tirarlo al suelo. No lloremos más santiaguinos, franceses, foráneos varios. No lloro más yo. Los choros son de otra casta, los choros se pararon y están con toda la cuerda para salir adelante. No van a andar soltando lágrimas si hay que trabajar. Acá se fue el humo y dejó ver lo que había. Pura choreza pa’ partir de cero.
Esos son los hijos legítimos de Valpo.
Hay que ayudar. He visto su orgullo. Soy testigo y admiradora de su entereza. Cómo no vamos a querer ser parte del milagro que veremos en unos meses más?
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