Y, ¿el Arte Culinario?
Este fin de semana he cocinado un curanto en olla para mis amigos internacionales. No tengo ni que explicar el shock post traumático que les produjo ver un mejillón con un pollo en el mismo plato. Pero, después de darle una oportunidad todos los invitados, sin excepción, terminaron por chuparse los dedos – literalmente, porque se acabaron las servilletas.
— ¿De dónde es este plato?
— De Chile
— ¿Cómo lo aprendiste a cocinar? –, preguntan como si fuese ciencia espacial por el mero hecho de combinar longanizas con camarones.
La verdad es que aprendí por mi cuenta, con internet. Sin embargo esas ganas de comer rico vienen de otro lado. Vienen de mi familia, vienen de mi casa, de mi papá y de mis amigos. Me doy cuenta de que viene de NOSOTROS. A los chilenos nos encanta comer bien.
¿Qué hacer al respecto?
Bueno, no voy a perder el tiempo con decirles dónde ir a comer. Si esas comidas importan, pero no tanto como las espontáneas. Tengo un amigo que es Chef y francamente nunca te esperas que en 10 minutos te cocine algo que haga que te de incluso más hambre (gula) usando un pollo y unas verduras. Son como McGyvers culinarios. Eso, yo quiero ser como un McGyver de la cocina. ¿Ustedes?
Como anillo al dedo nos vienen estos cursos individuales en el Atelier del Chef. Cada curso trata sobre dos o tres platos con fines claros, ya sea aperitivos, para invitar gente a comer o simplemente darnos a nosotros mismos un gustito.
Y es que nunca sabemos a quién se le entra por la boca. Como decía mi bisabuelo: guatita llena, corazón contento.
Comentarios