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El Sibarita Kuático

08.05.2014

sibaaaaaa

Decían que Neruda era un Sibarita Kuático, que sus cubiertos deambulaban en una comparsa por cuanto restaurant pasara, por país y por ciudad. Tampoco es que la variedad hubiese sido extensa por aquellos años, es sólo que él, particularmente, tenía la posibilidad de viajar por el mundo ¿y cómo no darse el gustito de probar y probar?, ¿porque es para dudar que todos los días Neruda se tomara un Caldillo de Congrio o sí?

Por suerte ya no hay que viajar tanto. Con esto de la multiculturalidad, sincretismo cultural y globalización que avanza a pasos agigantados, es super fácil encontrarse con ricos restaurantes peruanos, comida oriental más multiplicada que Gremlin Chino, trattorias que siguen abriendo puertas y paladares, como así innovaciones, restaurantes vanguardistas que fusionan los sabores para encausar creaciones increíbles o lugares que traen novedades con sabores del mundo, con nuevas técnicas y preparaciones sofisticadas. Entonces, como que eso, que es tan fácil, se pone super atroz cuando se trata de conquistar los paladares de hoy en día, sobretodo cuando aparecen estos Sibaritas Kuáticos – como yo – que reclaman y reclaman. Sí, es cierto, uno sabe dónde ir, pero no cabe duda que si Neruda se hubiese tardado más en llegar a la tierra, tal vez sería uno más en la lista de personas que con unos cuantos kilos de más – como efecto rebote – sólo desean  comer como condenados y dejarse querer ante tanta preparación exquisita  degustar y apreciar el arte culinario.

Siempre que comparto con mis amistades, escucho comentarios muy certeros y estupendos – ¿No ‘sabiay’ que en la esquina donde antes había un peruano, ahora hay un chino?”, “ese restaurant tiene más estrellas que el desierto, pero es muy distante de lo jocoso” o “¿supiste que el restaurant de fulanito tiene al famoso chef que por años ha viajado pidiendo buscando recetas del otro extremo del mundo?”: afirmaciones, dimes y diretes de los que alguien como yo sólo busca complacer ese apetito insaciable. Lo admito, soy Kuático, soy un Sibárita Kuático, siempre llego solemnemente, con reserva  – obvio  – verificando primero lo básico: que los cubiertos estén donde tienen que estar y que exista una buena luminosidad en mi mesa para apreciar los colores de lo que voy a pedir – cero ruido – luego ubico la servilleta en mi pierna derecha, extendida por la mitad encima de la rodilla, siempre resistiendo el impulso de abrirla del todo y nunca ondéandola, de lo contrario, mi acompañante me otorgará un mal caracho semblante inapropiado.

Es como un vicio esto de ser tan fan de la buena mesa, pero… a veces quiero ser más condescendiente, cuestionarme qué pasa con la otra realidad – reflexionar – ¿qué pasa con los restaurantes que deben ahondar entre nuevos sabores y Sibaritas Kuáticos? Lo que ocurre es que simplemente tienen que jugársela por tener una buena carta – tal cual – una cartita bajo la manga que deje a todos con la boca abierta cuando se abra la mano en la mesa y alguien como yo diga: “gracias, estuvo todo muy rico, ¿podría hablar con el chef?”. 

 

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